
El Manierismo fue un estilo artístico de transición o evolución desde finales del Renacimiento –Cinquecento– hasta los inicios del Barroco, aproximadamente entre mediados-finales del siglo XVI y principios del XVII.
Término acuñado para designar la manera –maniera, en italiano- con la que muchos de estos artistas trataban de imitar a los grandes maestros renacentistas -que adquiriría un sentido peyorativo-, se caracterizó principalmente por sus efectos visuales un tanto exagerados: cierto desequilibrio, desproporción de las figuras, y adopción de posturas más bien complejas, colores llamativos, entre otros rasgos.
[expand title=”¿Cuáles son las características de la pintura manierista?” tag=”h2″ id=”caracteristicas”]

El Manierismo en pintura se distingue fundamentalmente por:
- la ausencia de naturalismo en su representación de la realidad;
- sus efectos visuales algo exagerados que se reflejan en colores llamativos y artificiales, iluminación poco natural, cierto desequilibrio, contraste, desproporción en las figuras -extremidades y rostros algo alargados, cabezas más bien pequeñas- y adopción de posturas forzadas o complejas;
- tratamiento irreal del espacio
- predominio de la técnica imitativa;
- puesta en cuestión del ideal clásico de belleza y equilibrio del Alto Renacimiento; entre otros rasgos.
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[expand title=”¿Quiénes fueron los pintores más importantes del Manierismo?” tag=”h2″ id=”pintores”]
Los principales representantes de la pintura manierista fueron:
- los italianos Rosso Fiorentino, Parmigianino, Giulio Romano, Giorgio Vasari, Agnolo Bronzino, Tintoretto, e incluso Miguel Ángel en sus últimas obras;
- los españoles Alonso Sánchez Coello y Juan Pantoja de la Cruz;
- el hispanoheleno Doménikos Theotokópoulos ‘El Greco’;
- los franceses Toussaint Dubreuil y Martin Fréminet;
- el alemán Hans von Aachen;
- los holandeses Cornelis van Haarlem y Martin van Heemskerck;
- así como el flamenco William Scrots en Inglaterra; entre otros pintores.
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