Los pueblos germánicos o bárbaros -denominados así por los romanos, que los consideraban extranjeros- vivían al otro lado de la frontera del Imperio Romano, más allá del Rhin y del Danubio y, tras sucesivas oleadas migratorias a lo largo del siglo V, fueron asentándose en el Imperio de Occidente, causando su desintegración.
Destacaron principalmente:
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- los visigodos, establecidos en Hispania y el Sur de la Galia;
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- los ostrogodos, que ocupaban Italia;
- y los francos, que se expandieron al Norte de la Galia;
aparte de otros pueblos menores, como:
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- los anglos y los sajones en Inglaterra;
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- los suevos en el noroeste de Hispania;
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- los burgundios, en el valle del Ródano;
- y los vándalos, en el Norte de África.