El Imperio francés se extendió sobre todo por África, donde ocupó Argelia, Túnez y Marruecos, en el norte, así como la vasta zona occidental de Mauritania, Senegal, Guinea, Costa de Marfil, Mali, Níger y
Chad, y Madagascar, en el sureste del continente; además de por Asia, estableciéndose en Indochina y sus territorios de Camboya, Laos y Vietnam.
La Guayana francesa en América del Sur, la región canadiense de Quebec en Norteamérica, y algunas islas en Oceanía y en el mar Caribe constituyeron asimismo otras posesiones.